Nos levantamos del alojamiento en la montaña (o lo que me vendieron como "dormir en casa de familia") descansados después de unas 10 horas de sueño. Tras el lujoso desayuno que incluyo café o te y panqueques estábamos listos para nuestra siguiente travesía. La neblina parecía haberse tomado un descanso así que, acompañados por medio docena de niños y nuestra querida guía, saltamos al mundo de la montaña con una vista preciosa e infinita. Hicimos equilibrio para no caer en los laguitos que se generan donde se cultiva el arroz (seria un "escalón" en la ladera) y malabares para no caernos ante el resbaloso y traidor piso de barro. Era divertido comparar la habilidad de los niños para caminar en el barro y nosotros brutos e inhábiles. Aprovechamos para sacar fotos. Acá algunas:
Llegamos finalmente a una cascada tenebrosa. Estábamos del lado de arriba, es decir, que podíamos ver la pendiente por donde caía el agua. Aunque no había mucha agua, ésta caía a gran velocidad. Y, sin deseo de generar miedo, tuve una experiencia peligrosa en serio. Tenía en la cabeza la mejor foto, solo debía cruzar un "charquito" de agua y ya. Cuando intenté cruzarlo, resbalé al mejor estilo los 3 chiflados y caí hacia esa agua que me empezó a llevar hacia el precipicio. Fueron tres segundos de desesperación, no escuchaba el exterior, solo necesitaba frenar ese resbalón, no importaba estar mojado, solo necesitaba... Frenar. El agua me llevaba, yo sabia que la distancia que me separaba desde donde me caí hasta la pendiente de la cascada que me llevaría abajo a poisonosa velocidad era de unos 5 metros. Despues de lo que calculo fueron 3 metros frené, no se si por obra de Dios, de la suerte o simplemente el agua no tuvo tanta fuerza como para asesinarme tirandome al barranco. Me senté en el agua, estaba de un costado del pantalón 100% mojado. Pero el peligro había pasado, ya no caería por esa cascada de unos 55º de pendiente. Subí sonriente pues había batido a la situación. Me dediqué a sacarme medio litro de agua de mis botas. Nadie habló. El miedo que tuvimos todos en ese momento fue grande. Cuando todo peligro hubo pasado, nos dimos lugar a las risas. Mas tarde caería en la cuenta de lo cerca que estuve de lastimarme en serio. Hace 3 años otro "gaboludin" se cayó igual que yo aunque no pudo frenar su caída. El resultado no fue la muerte pero si varios huesos rotos. Ya me lo dijo un amigo en el 2002: Vini (como el me dice) vos tenes un Dios aparte.
Donde me cai (izq.) y donde pude haber caido de no haber frenado a tiempo (der.).
A que tengo mas vidas que un gato...
Tras ese, ahora gracioso, momento fuimos a comer y luego al hotel, donde pasaríamos nuestra segunda noche de tour. Una vez ahí disfrute de una exquisita ducha y ropa seca. Por deseo propio y motivación de las locas eslovenias empecé a raparme pero a medio trabajo me quedé sin batería en la maquina. Recorcholis! Fuimos al peluquero, yo quedé como Brad Pitt en señor y señora Smith, el israelí y las dos eslovenias tuvieron un cheto lavado de pelo y el exótico suizo... Se quedó pintando en la habitación del hotel. Esa noche no se podía salir puesto que el frío afuera era de novela de terror. Ante semejante situación... Hicimos una pijamada (o como se dice en Argentina un "pijama party"). Lo curioso es que entre los 5 sumábamos como 150 años. La pasamos excelente, charlando de esto y de aquello. Al fin y al cabo lo mas importante es tener una mente madura y un alma de niño, no?
El tercer y ultimo día de treking pasamos por unas cascadas aunque en éstas no tenté a la muerte con una foto en un resbaladizo pasaje. Caminamos una hora y media de ida y lo mismo de vuelta; una suave llovizna pellizcaba nuestro cutis, mi nueva calva sufría las consecuencia de la falta de pelo y nuestras piernas ya pedían el entretiempo.
En las bellas cascadas solo nos dedicamos a divertirnos sacando fotos al compás de la canción que nos acompañó durante los tres días: "My dream is to fly over the rainbow, so high...". El baile causaba cierta gracia a la gente alrededor nuestra, aunque muchas veces es difícil determinar si era gracia o lastima o verguenza ajena. Sea como sea, nosotros seguimos imitando a Jamie Cullum cantando bajo la lluvia, que gloriosa sensacion, estabamos felices de nuevo, riendonos de las nubes, tan oscuras alla arriba, el sol era nuestro corazón y estabamos listos para amar.
Para el mediodía estábamos de vuelta en el hotel. Como teníamos tiempo antes de ir a tomar en tren de vuelta a Hanoi (que salía a la noche), salimos con el ex militar por obligación (todos los israelíes, hombres y mujeres, hacen obligatoriamente tres años en el ejercito) y las dos maduras eslovenias, de compras a un mercado local. El mercado tenía frutas de las cuales jamás oí sus nombres, botellas con serpientes dentro (como la que había probado en el bar del tubing en Vang Vieng), ropa, etc. Tenía ganas de comprarme un pantalón, de esos medios hippies y cómodos. Fuimos a uno de los locales y me probé unos de grandísima facha aunque de aun mas enorme incomodidad. Me negué a comprarlos. La vendedora me empezó a perseguir mientras me iba y me rebajaba el precio a cada paso. Yo intentaba ignorarla pues en reiteradas oportunidades le había explicado, con paciencia, bondad y educación, que me eran sumamente incomodos y que no los compraría. Pero la enfermiza vendedora seguía su incansable camino detrás mío con insólita insistencia y una vena en la sien que empezaba a inflarse con temible rapidez. De a poco fue levantando el tono de voz, los ojos se tornaron rojos de ira, los colmillos mostraronse afilados y dispuestos a un ataque feroz. Los gritos que se oían a mis espaldas no me sorprendían porque los asiáticos son gritones pero las pesadas pisadas que me perseguían me incomodaban y, hasta un punto, molestaban. Por fin culminó esa nerviosa persecución con un grito de maldición sobre mi que hasta los perros de la calle se dieron cuenta de que me estaba insultando! Tan es así que la gente alrededor se mostró sorprendida y hasta una mujer incluso se rió y me dijo "esta enojada con vos"! Así que en la tranquila Sapa me cruce con una loca. A pesar del episodio de bronca, enojo y maldiciones sigo sintiendo profundamente que la gente de Vietnam, hasta el día de la fecha, es la mas amable con la que me haya cruzado. No voy a dejar que una vena engordada y unos ojos color rabia salpiquen este cariño hacia una gente que, con dolorosa historia en sus espaldas, me trataron espectacularmente.
Al final me compré unos pantalones, muy cool y de acuerdo con el aspecto típico del mochilero por Asia, pero en otro de los puestos. Mientras me los probaba me sentía un porno star ya que estaba en bóxer en el puesto y, cualquiera que pasara por el pasillo, podría verme probandome pantalones. Todo sea por la comodidad de unos pantalones hechos a mano. El precio de los pantalones empezó en impagables 20 dólares para terminar su cotización final en 8,50. Esta cultura del regateo no me gusta para nada, porque soy pésimo para regatear. Lo pagué ese precio por la ayuda del rey del regateo, Tom, y por la capacidad de las eslovenias que no se quedaban atrás.
Por ultimo pasamos por una iglesia católica y no pude dejar de pensar quien habrá sido el misionero pionero que llevó por primera vez la iglesia de Cristo a Sapa. Sea quien sea, ha hecho una gran labor misionera digna de admiraron porque no solo hay iglesia en el pueblo sino también en donde más se necesita del calor de Jesus: en los sufridos y gélidos pueblos de la montaña donde se vive, día tras día, año tras año, del cultivo de arroz.
Fue el final de un tour que valió todo el frío sufrido, y se lo recomiendo a todo aquel que quiera ver algo exótico y propio de Vietnam, conocer su gente, sus originarios y ver esos bellos paisajes con trabajosas terrazas con cultivo de arroz.
Me vuelvo a Hanoi. Luego Vere...
Dios nos bendiga a todos y particularmente a toda esta gente linda que conoci en Sapa!
Moooy bueno Gabo! altas historias vietnamitas.
ResponderEliminarMe alegro que estés vivo.