El pintoresco pueblo
Los motoqueros, porque efectivamente lo eran, compraron sus motos en Hanoi y se dirigían a Ho Chi Minh City o lo que otrora fuera Saigon. En definitiva, los muchachos cumplían mi primer deseo cuando llegué a Vietnam y que no pude cumplir. Will, un filipense que vivió desde muy gurí en Australia, Pablo y Robi otros dos australianos, me recibieron en su grupo con inaudito entusiasmo. Los tres se están dedicando a recorrer quien sabe cuantos lugares, grabando sus aventuras con el loco (mas no imposible) deseo de hacer una serie de televisión. El grupo se llama TUL - The Unemployed Life. Como viven su vida? Trabajan unos 3 meses y viajan al resto del año. No more words except a little envy.
Querían casi con desesperación, lo cual me generó enorme alegría por el gigante, desmerecido, repentino e inesperado cariño que me tomaron, que me uniera a su viaje en moto por Vietnam y, si éstas se la bancaban, por Camboya, para terminar vendiendolas en Bangkok. Si esa idea fuera una pileta, admito que me tiraría de cabeza. Eso hice y esa misma noche salí a comprar una moto. Me encapriché (por segunda vez en el día) con no pagar mas de 200 dólares. Vi y manejé para probar una moto rusa, de la época de la guerra (o sea, una moto que tiene 50 años) llamada Minsk. No anda como mi Yamaha pero podría andar, me consolé. La vendedora quería 300, yo 200, quedamos en 250, pero yo insistía con mis 200. Al no recibir aceptación, decidí dedicarme a la empresa de conseguir una moto al día siguiente. En mi cabeza resonaba la pregunta: vale la pena comprar una moto e ir hasta Saigón? Por un lado yo ya tenía el pasaje hasta Saigon en Sleeping bus, por otro lado el itinerario de mis nuevos camaradas era mas relajado y lento que el mío. Decidí posponer mi decisión al momento en que encontrara una moto aceptable y a un precio razonable de acuerdo a mi presupuesto.
Al otro dia, caminando hacia mi ansiado desayuno discutiendo con mi ruidoso estomago, recibí el saludo de otro vietnamita en moto. En Vietnam, mi actitud es charlar con cualquiera que me quiera charlar o conocer, me quiera vender, robar o matar. Cuando le conté que andaba buscando un lugar para cambiar dinero y que andaba con deseos de conseguir una moto barata, el tipo, atento como es el estilo vietnamita, me llevó a cambiar dinero, primero y a ver motos usadas después. La Minsk que me mostró no estaba en buen estado y no me convenció. Luego me mostró una scooter Honda Wave de buen aspecto y en aparente buen estado mecánico. Otra vez 50 dólares de diferencia frustraron la transacción. Aun así, aun sin que la comprara, el tipo jamás se mostró molesto por mi fallida compra a su amigo. Tan amistoso fue conmigo que hasta estoy seguro que ni estaba interesado en una comisión sino que estaba ayudandome gratuitamente. Con ese tipo, que se dedica a hacer tours de varios días en moto, tuve varias charlas; es un comunista de ideales, quiere a Cuba ya que dice que cuando Vietnam tiene hambre Cuba da una mano y viceversa. Me contó que, ahora que va a ser el año nuevo para ellos, no va a hacer tours porque es el momento de reunirse con toda la familia. "La plata me gusta y es necesaria para vivir, pero la prioridad es la familia" me dijo. Amen hermano.
Volviendo a mis tres amigos australianos ese segundo día alquilé una moto y salí con ellos y unas chamacas que no me entusiasmaban a la playa que queda a 5 km. Las chicas, dos yankees y una inglesa, no es que estaban mal pero me enseñaron algo que no sabia de mi: cuando escucho el ingles británico la neurona de la atención se duerme, la neurona del interés se suicida y la neurona del sueño me pide a gritos salir en busca de una cama.
A pesar de ello salimos con ellas aquella tarde a ver las playas de Hoi an. Aunque bellas y llenas de palmeras que le dan un aire caribeño, sufrimos la falta de sol que, quizás, estaba fatigado por haberme aguantado hasta tarde el día anterior y decidió tomar una siesta. En la playa algunas locales vendedoras con gran carisma y traicionera estrategia te charlan con un buen ingles y al cabo de un rato te intentan vender algo. Pero hay tanta bondad (o falsa pero aparente bondad) que tu corazón tira por el lado de comprar y dejar unos dólares ahí, mientras tu bolsillo te susurra que mejor es guardar el dinero para otras cosas mas necesarias. Pegué buena onda con la vendedora y me saqué una foto. Me aflije lo flaco que estoy. Es eso o estoy usando ropa muy ancha! Lo curioso es que estoy comiendo dos platos por comida últimamente. Igual debo haber adelgazado unos 5 kilos al menos. Bueno, ya habrá tiempo para remontar cuando vuelva.
Antes de despedirme destaco una divertida enseñanza de Will, de 30 años y 7 de ellos viajando. El lo llama "Las 3 mentiras del viajero":
- Mañana me voy
- Hoy no voy a tomar
- Te amo
Vista del canal del hermoso pueblo de Hoi an
Al día siguiente fui a las ruinas de My Son patrimonio de la humanidad declarado por la UNESCO. Claro, esto será para el siguiente post.
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