martes, 18 de enero de 2011

Luang Prabang (Laos) - La patada voladora

No podría decir que me he divertido demasiado en ese lindo y tranquilo pueblo de Laos. Quien si lo ha disfrutado y se ha divertido a costas mías fue el pollo que me comí en la calle en mi primera noche. Unos le llamaran pollo, a secas, yo le llamo, el Ninja que me pegó una patada voladora directo al estomago.
Jamás pensaste que contaría mis percances pero si esta diario de viaje pretende ser un motivador, un comienzo, un fomentor de locos deseos, entonces debo ser honesto con vos y contarte lo bueno y lo malo. Ataque 77 canta "nuestro brillo se extingue, somos como caballos que mueren potros sin galopar": si puedo aportar con mis relatos para que no nos extingamos en la nada, ni desaparezcamos antes de cumplir nuestras mas osadas metas, enhorabuena! Ojo, todos tenemos distintos locos deseos: el mío era recibirme e irme de viaje lejos y por mucho tiempo. El tuyo puede ser recibirte y tener un buen trabajo con grandes responsabilidades o ni estudiar pero tener tu propio negocio, o sea, ser tu propio jefe o tener una familia cuanto antes y ser un padre joven. No importa cual sea, mientras no nos congelemos ante el miedo de tan trascendental decisión.
Siguiendo con los acontecimientos, esa fatídica noche me levanté nauseabundo, entre otras cosas, y podría decir que son situaciones que no se las deseo a nadie. Tirado en la cama, sufriendo, solo atiné a rezar, aunque esta oración fue distinta: no quería que Dios convirtiese mi enfermedad en salud, ni que acelerara el tiempo de la enfermedad, solo le pedí que me ayudara a convivir los siguientes días de enfermedad con alegría. Estaba compartiendo estos días con 3 españoles y 3 argentinas, mi mal humor no beneficiaria a nadie. Ademas estaba a 17 mil km de casa y si bien no niego extrañar el calor del hogar, no era una posibilidad en ese entonces.  Como siempre el "pidan y se les dará" no falló (o al menos eso creo).
Admito mi emoción, quizás producto de mi sensibilidad al sentirme mal, al recibir tanta ayuda de mis compañeros de viaje, yo era un cachorro mal herido y todos querían ayudarme en mi mal momento. Por que? No se, quizás es la magia del viaje: nunca estas solo, ni en lo bueno, ni en lo malo. Brindo por este sano y desinteresado interés por el otro! (bueno, mejor brindo cuando me sienta mejor).
En Laos todos parecen ser mas amables, mucho mas, que en Tailandia. Al menos en Luang Prabang, no se te abalanzan con falsas (y caras) promesas, ni se enojan si no los admitís, incluso te ayudan con información de cosas (hostels por ej) que ellos no venden. Eso es bueno pero lo curioso es lo que me contaron mis amigos. Aparentemente vayas donde vayas te quieren cobrar, me refiero a templos, View points, cascadas y para cruzar un puente que te lleva quien sabe adonde. Acá hay otro concepto, al menos comparando con Occidente o al menos comparando conmigo. Yo no puedo entender, ni justificar, ni validar que te cobren obligatoriamente por entrar a un templo. Si lo hiciera, contradiría lo que considero vital y urgente, que es transmitir la fe, sea cual sea, gratuitamente como una misión que todos tenemos.
Otra cosa que me sorprendió es que hay varios conductores de Tuk Tuk y otros random que se acercan disimuladamente y te tiran unas palabras inentendibles al oído. Son vendedores de opio y marihuana y hongos alucinógenos. Con que facilidad circulan este tipo de drogas! Afortunadamente éramos un grupo sano, interesados mas en compartir una cerveza, que de consumir drogas. Hay que cuidarse, quien sabe que hay de fondo en este negocio turbio y peligroso como el Mekong.

Cascadas
En el segundo y ultimo dia en este pueblo abrazado por el río Mekong de un lado y el Paan del otro, decidí superar mi problema y, animado por nos camaradas hispanos, fuimos a las Big Waterfalls cuyo nombre no recuerdo. Al ser unas cascadas a 35 km del pueblo, tuvimos que pagar un Tuk Tuk. Arreglamos pagar 25 mil kip (3 dolares) cada uno (éramos 7). El tipo nos llevaría, nos esperaría y luego nos volvería a traer. Me jugaba mi órgano reproductor a que el tipo seria honesto... Una vez mas, mi intuición fallo! Cuando salimos del genial complejo de las cascadas, el tipo se había fugado como Michael Scofield de Sona. Así que volvimos a pagarle a otro para la vuelta, que desilusión recurrente, no?
Volviendo a lo importante, por 20 mil kip entramos a un complejo de cataratas, o pequenas cascadas, tan lindas y con agua cristalina, medio celeste, parecían artificiales de tan perfecta armonía que veíase. En varios lugares de esos trayectos uno podía bañarse o tirarse con una liana como Tarzan y, claro, para la foto de perfil. Es dificil explicar con facilidad dicho complejo porque no es algo comparable con algo conocido. Mejor le doy hambre a tus ojos con algunas fotos:







Habiendo vuelto al guesthouse, fuimos invitados a la fiesta de cumpleaños del hijo de la dueña del guesthouse. Fue mas simpática que divertida. Nos prepararon una mesa a los 7 con comida. Esa noche los españoles empezaron a caer como manzanas de un manzanero una furiosa tarde de otoño; no lo sabiamos entonces pero Laos se converiria en el enemigo de sus estomagos y, por lo tanto, de sus futuras actividades. Pobres de mis nuevos amigos.
Conceptualmente, en los cumpleaños en Laos, se divierten igual a nosotros: toman, comen, hacen karaoke, existe un tío borracho que hace pavadas y bailan. Pero todo, mucho mas gracioso y tosco a mis ojos. Mira:


Linda Fiesta no?


Próxima estación esperanza: Vang Vieng

1 comentario:

  1. Alta cagadera, no? Qué les dieron de comer??

    Hermosas las cataratas nene!

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