lunes, 7 de febrero de 2011

Sihanouk ville (Camboya) - Sorpresa a la gallega

Me fui de Pnhom Pen aliviado. Si bien es un buen lugar hay cosas que me superaron. Me superó la pobreza, los niños en la calle mendigando, las hermanas con sus hermanitos en sus espaldas pidiendo monedas, los pequeños vendiendo pulsearas o libros. No es algo que no haya visto en Argentina pero acá es distinto porque ni siquiera me puedo comunicar. Me superó, asimismo, no saber que hacer. Me superó, en realidad me enojó a un nivel que nunca me había enojado en este viaje, cuando venían personas a venderme diarios. Por favor, decime si estoy equivocado pero porque, en algún nivel, en algún aspecto, porque habría de comprar un diario camboyano?? Por Dios que necesito entender su proceder. El mismo tipo viniendo tres veces a ofrecerme un diario... Me superó y por otro lado lo comprendo: tiene que vivir de algo, tiene que comer. Me superó tener ese sentimiento constante de querer darle plata a la gente o pagar mas por los servicios que recibía. Quizás tuvo que ver con haber estado solo, sin amigos o camaradas momentáneos con los cuales charlar y descargarse de todo lo que vi entre el museo, el campo de exterminio y la pobreza en las calles. También estaba agotado, es cansador tomar todas las decisiones yo solo. "voy a tal lado o no?", "me quedo tanto tiempo o me voy?", "la visa la saco ahora o después?", "me van a pedir de nuevo la visa de Tailandia cuando vuelva a entrar o no?". Para colmo nadie sabe ayudarte, ni una agencia de turismo, ni nadie. Todos siempre dicen "si" a pesar de que tu pregunta es "cuantos años tenes".

Decidí ir a las playas de Sihanouk ville a pesar de que esa decisión me sugiriera menos días en la India. Si hay algo que hice en este viaje fue quitarle tiempo a mi viaje a la India. Quizás me equivoque quizás no.
El pasaje me salió 5 dólares y tardó unas 6 horas en llegar. Llegar fue una bocanada de aire cálido y asediado por los conductores de tuk tuk y moto, solo atiné a alejarme de ese caos de compra-venta por algunos instantes. Volviendo a la realidad, pagué 1 dólar a una moto hacia Utopia GuestHouse y en una habitación con 24 camas (que mas bien eran colchonetas de gimnasia agrupadas una al lado de la otra) por 3 dólares dormiría en ese granero. Utopia prometía no dejarme dormir, es un hostel pero a su vez es un bar popular, entonces a la noche hay fiesta. Ya ese mismo mediodía me había cruzado con varios mochitontos (aquellos mochileros que solo piensan en tomar y hacer quilombo). Lo bueno de ese tipo de lugares es que cuesta menos conocer gente; simplemente sentandose en la barra ya se establecen conversaciones...

Luego de comer salí a conocer la playa. Si bien no esperaba mucho de esa playa del sudoeste camboyano ya que las de Nha Trang y Ho ian (Vietnam) me desilusionaron un poco, la playa camboyana es hermosa: agua clara, arena blanca, algunos botecitos que forman una postal de ensueño, un muelle, restaurantes con vista al río y un centenar de sillas, camillas y sombrillas para relajar el cuerpo. Caminaba de acá para allá bajo un sol que era una brasa gigante colgada del cielo y, a Dios gracias, en un momento levanté la vista y recibí 3 amistosas miradas, de esas miradas que con solo recibirlas causa un shock eléctrico de alegria... Eran mis formidables amigos españoles que había conocido en el Slow Boat desde Tailandia a Laos y con los cuales había recorrido dicho país. El solo encontrarme con ellos valió mi decisión de ir a este pueblo playero al sur de Camboya. Carlos, Toni, Arnau y (la agregada) "vecina" (de Toni). Esos 4 gallegos (como en argentina nombramos a cualquier español) harían de Camboya un lugar que jamás olvidaré.
Aquella tarde, disfrutamos del agua en una playa alejada cuya vista me recordó a Phi Phi Island. Es excelente no esperar nada de un lugar ya que después te knockea la realidad y lo disfrutas mas.
En la noche salimos al único bar para bailar (ademas de mi guesthouse) llamado JJ y, uniendonos a unas chilenas, pasamos una noche "a la española".

 Brindemos el encuentro

 Con las chilenas y los espanoles

Al día siguiente nos fuimos a una isla: Ko Rong.
Veo veo...

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