viernes, 4 de febrero de 2011

Ho Chi Minh City (Vietnam) - Túneles de guerra

Mi segundo día en Saigon (que para este entonces sabrás que Saigon es el ex nombre de Ho Chi Minh City) fui a los túneles de guerra ya que no había ido en Hue. Una experiencia impresionante. Por 4 dólares me llevaron a los alrededores de Saigon en Cu Chi donde hay una red de 200 km de túneles de guerra subterráneos.

Al llegar nos mostraron un video y luego fuimos a lo interesante. Nos paramos al lado de un árbol y el guía nos iba explicando. De repente moviendo unas hojas secas en el piso se vislumbró una pequeñísima puerta la cual fue abierta por un tipo vestido de militar que luego se metió en ese diminuto cuarto. Cuando hablo de diminuto me refiero a ínfimo, o sea yo creí que yo mismo no entraba. Luego intenté y vi que pude; al cerrar la puerta encina de mi cabeza sentí un encierro del cual me quise escapar inmediatamente. Es tenebroso pensar que esa era un escondite y única salida para no caer en la garras del diablo.





En el primer tunel

Luego nos mostraron las trampas que los vietnamitas utilizaban para atrapar o matar soldados estadounidenses. Muy sádicos por un lado e increíblemente rústicos por el otro. Me pareció no obstante eficiente y me pregunté si mas de un vietnamita habrá caído en su propia trampa. Muchas de estas trampas incluían un falso suelo que al pisarlo se mueve y entonces uno caería en filosos pinches de hierro. Estos pinches en la punta tienen una especie de anzuelo que te agarra la carne y sacartelo significa arrancarte toda la carne. También armaban bombas caseras según pude ver y naturalmente que tenían ciertas armas.

Trampa Vietnamita: un falso piso con pinches

Después fuimos a un campo de tiro y el que quería podía pagar unas balas (mínimo 10) y disparar, pero estaba lejos de mi presupuesto así que no tiré. El ruido en ese lugar era ensordecedor e irritante. Festejé cuando nos fuimos a lo que seria el ultimo paso del tour. Había unos túneles de 100 metros, pequeños, oscuros y sin aire. Nos invitaron a caminar por ellos. Que experiencia con múltiples sentimientos encontrados tuve.

Entrando al tunel a punto de tener una experiencia inolvidable

Entre al túnel bajando unos escalones. Estos eran de cemento bien formados. Cada escalón era un paso menos hacia una oscura entrada, puerta de lo desconocido. Llegué a la puerta, había gente adelante mío y unos pocos detrás. Adentro oiase un eco de palabras que no lograba descifrar. En mi primer paso hacia esa habitación vi que no era chica a pesar de que no podía estar de pie. Me sorprendí cuando vi que ese cuarto cuadrado de 2x2 era simplemente una previa al túnel. La puerta del túnel era un agujero elíptico en la pared de, aproximadamente, la mitad de alto de aquel primer cuarto. En dicha antesala del desconocido túnel había aire, había luz artificial. El techo arriba mío parecía decir "no hay nada que temer". Después de 3 pasos penetré por fin al túnel. El túnel era un poco mas ancho que mis hombros y debía medir medio metro o 75 cm de alto a lo sumo. Me puse en cuclillas, como los vietnamitas de aquel tiempo. En realidad es apoyar los muslos en los gemelos y caminar como dando pequeños brincos. Empecé y los primeros 3 pasos me prometieron que se podía hacer. Quise grabar un video pero la oscuridad que me abrazaba impedía que una grabación fuera de utilidad. El cuarto y quinto paso siguieron. Eran pequeños brincos, mas bien expectantes brincos, me sentía un sapo saltando con cautela. El túnel, si bien pequeño, apuesto a que es mas grande que los originales, pensaba meditabundo. Estos seguramente son túneles hechos para los turistas, me contaba como siendo un autoguia. Sexto y séptimo paso. Seguía escuchando ecos, miraba profundamente y sin perder de vista a la persona que tenía adelante. Ésta no brincaba como sapo, tampoco como canguro. Estaba agachada y su espalda acariciaba el techo redondo. Octavo, noveno y décimo brinco. El túnel cada cierta cantidad de metros, tenia luz artificial. Sentí una tenue traición hacia los verdaderos túneles, no me imaginaba a lo originales con luces. Mi caminar era tranquilo y pausado, tenía muchas personas delante mío. Los brincos prosiguieron, mis rodillas comenzaron a sentirse confundidas por mi posición y mis muslos se calentaban por el atípico esfuerzo. Llegó de repente y sin previo aviso, una salida. Punto de inflexión en mi travesía: podía salir aunque estaba disfrutando de ese encierro o seguir. El oxigeno no me faltaba, el calor no me sofocaba, la sed no me limitaba, el cansancio en mis piernas no me frenaba. Hasta esa salida, que luego me enteraría que estaba 20 metros de la entrada original, los hice con facilidad y disfrute. En lugar de escaparme a la izquierda fui uno de los valientes que doblo a la derecha: mi decisión se hizo fuerte, iba a seguir. A partir de ahí todo fue distinto. La oscuridad se prolongo mas de lo que tenia precalculado. Empezaba a pensar que tomar ese camino habia sido una de las peores decisiones que tomé en mi vida. Empecé a sentir la falta de aire, el calor se elevaba a la velocidad de un formula 1, empecé a dudar con cierto temor si habíamos hecho bien en seguir o no. No hay nada peor que la duda en esa circunstancia. La duda te desespera y la desesperación puede hacer atrocidades en tu cabeza y tu cabeza te maneja por completo.
No se veía la siguiente salida, no se veía mas allá de 1 metro enfrente mío. No se veía, ni se vislumbraba una luz que me guiase, una luz que traiga tranquilidad a mis entorpecidas neuronas que enviaban señales de alerta a todo el cuerpo. Adelante mío había gente que se sacaba fotos. Yo ya sentía una lejana pero existente probabilidad de desmayarme. Era mas el miedo a la real posibilidad. Que calor, pensé. Donde esta el aire, me pregunté. Estos vietnamitas están locos, como nos van a mandar a un túnel de estas características, me quejé. Quiero salir, imploré. Quien me mando a seguir en este túnel, me consulté. Vamos dejense de joder con las fotos, grité. Miré por sobre mi hombro. No habia posibilidad de volver hacia atrás puesto que detrás mío venia una manada de otras personas. Nos habremos equivocado? era mi constante duda. Esa pregunta se asomaba todo el tiempo como un roedor que intenta salir de su escondite a buscar un poco de quedo cheddar olvidado en la mesa del living. Cada vez sonaba con mas fuerza en mi cabeza, producto de la incertidumbre. Saber que éramos muchos en esa "equivocación" no me consoló.

Caminando, atrapado, desesperado, desesperanzado...

Yo solo quería respirar el dulce, suave y, ahora mas apreciado, aire libre. Ya estaba cansado, sin fuerzas. El oxigeno necesario para alimentar mis músculos era escaso. Ya estaba desesperado. De repente vi lo que parecía ser una luz proveniente de un costado de la redonda pared del túnel. Cuando confirmé que era una salida tenía tres posibilidades: seguir caminando hacia la siguiente salida, salir del túnel inmediatamente o llorar de la alegría mientras salía del túnel cantando "Violeta" de Alcides. Si bien elegí la segunda, la tercera era mi verdadero sentimiento. Pensar en la primera opción y seguir por ese infierno bajo tierra me da escalofríos (o como decía el chavo "me da los callos fríos").
Al salir me dolían las rodillas, los cuadriceps los tenía agotados y una plegaria se elevó al cielo en franco agradecimiento por haber salido de ese camino de topos. Los topos abajo, los humanos arriba (a menos que seas Juan topo mitad humano mitad topo). Según averigüe solo hice 40 metros de túnel aunque, honestamente, me parecieron mas.
Pensé en los verdaderos túneles. Había uno en dicho predio de 6 km entre la entrada y la salida. Me enloquece pensar estar en el medio de dos salidas a 3 km de distancia. Si bien los túneles tenían respiraderos, apuesto a que no entraba demasiado oxigeno allí. Volví a tener un fuerte sentimiento de odio hacia la guerra y mucha empatía hacia los vietnamitas. Es difícil entender la amabilidad de estos luego de haber sufrido semejantes barbaridades en su historia.
Ese fue el fin del tour que una vez mas me enseñó (y por eso lo quiero compartir con vos) que el humano puede ser tan cruel como jamás imaginamos y que nosotros tenemos que ser parte de esa contra-maldad. Si somos muchos, es posible.

Un amigo me dijo:
"Cuando te vayas de un lugar, caminá con paso seguro volvé tu cabeza sobre el hombro una sola vez dándote la cuota de tristeza, orgullo y agradecimiento a Dios por haber estado ahí...". Vietnam se merece esta frase. A Vietnam verdaderamente lo voy a extrañar.

Próximo sello en mi pasaporte: Phnom pen, Camboya.

2 comentarios:

  1. Buen relato Gabo!!
    Que se siente ir oliéndole el culo al de adelante todo el tiempo? jeje

    Che, volvés? acordate que se casa alguien de tu familia...

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  2. Jaja con la falta de aire No me interesaba nada mas que salir... Igual ojo, si bien falta el aire se puede hacer no es que soy un genio de la vida que hizo algo atípico

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