Bus Montañita-Puerto López: 2,50 u$d. Duración: 1:15 hs
Hostel: Máxima hostel. Precio: 6u$d. Calidad: Excelente (muy recomendable)
Tour de las ballenas: 16 u$d + 1 u$d entrada
Llegué a Puerto López con la ilusión de ver a las ballenas. Nunca tuve la oportunidad de estar en Puerto Madryn en Argentina para ver a estos inmensos mamíferos que vagabundean por el mar. Al llegar al pueblo bastante menos turístico y mas rústico que su vecino Montañita fui recibido por Raúl Peñafiel (tel. 086712031) en la terminal de buses. Es guía de turismo y me ayudó a encontrar el muy buen hotel Máxima Hostel donde Máxima, una ecuatoriana simpática como el diablo cuando nos intenta tentar, me recibió con una bienvenida que me hizo sentir cómodo en esta parte del viaje que emprendí completamente solo (ya sin argentinos o una molesta inglesa pegada como garrapata a mi ingle).
Al día siguiente fui a cumplir el objetivo de mi viaje por Puerto López: ver ballenas.
Nos subimos al bote y salimos a la caza de ballenas. Nuestros arpones eran las cámaras de foto y nuestro alimento seria maravillarnos con animales que llegan hasta los 20 metros de largo.
Una hora y media estuvimos en la búsqueda en aquel, mal llamado, océano pacifico: de pacifico tiene poco y nada. Encaramos transversalmente altas olas que me entretuvieron haciéndome sentir Tom Hanks en "El Naufrago". Ese rabioso mar me convidó mucho de su adrenalina a tal punto que ya no me importaba ver ballenas! 6 de los 15 marineros que éramos vomitaban fuera de borda. Uno de ellos parecía que no iba a sobrevivir con ese, menos bello, mar de bilis que salía una y otra vez por su boca.
Por un instante pensé que las ballenas habían migrado porque el nerviosismo por encontrarlas había tomado control de mi. La gente empezó a bostezar aburrida. Yo en cambio quería enfrentar mas de esas enormes paredes de agua que eran las olas. Nunca faltaba la persona que decía "allá hay" y sonreía maravillada al compás de mi mirada achinada tratando de localizar lo que no podía ver.
Cuando vi algunas me estremecí. Eran enormes animales nadando a unos 20 metros del bote en ese universo acuático. Parecían jugar conmigo: salían a la superficie y para el momento que prendía la cámara volvían a esconderse. Estas fotos son las que pude tomar.
Hablando de los que se quedaron arriba del bote, me pregunto una y otra vez: la gente tendrá tanta plata que paga para hacer algo que termina no haciendo? "Yo ya lo hice en Galapagos" o "En Florida es mejor" me decian. Con esa pobre excusa que nunca mas tengan sexo porque ya lo hicieron una vez, no? Ademas, hermano, bajense del caballo, yo también lo hice en otros lados y no por eso ando menospreciando otras experiencias de, en principio, peor calidad. En fin, cada loco con su tema y egocentrismo.
Cuando volvíamos a la costa del atrayente pueblo de pescadores vimos algunos otros animales: unos babosos lobos marinos que ni se mosqueaban por nuestra presencia y una aves descansando en la piedra llamados piquero patas azules.
La respuesta del ecuatoriano fue idéntica a la del boliviano: una sonrisa y un "ni idea". Me prometí no googlearlo y esperar que en este viaje alguien me pueda dar una respuesta a esta curiosa pregunta.
Hostel: Máxima hostel. Precio: 6u$d. Calidad: Excelente (muy recomendable)
Tour de las ballenas: 16 u$d + 1 u$d entrada
Llegué a Puerto López con la ilusión de ver a las ballenas. Nunca tuve la oportunidad de estar en Puerto Madryn en Argentina para ver a estos inmensos mamíferos que vagabundean por el mar. Al llegar al pueblo bastante menos turístico y mas rústico que su vecino Montañita fui recibido por Raúl Peñafiel (tel. 086712031) en la terminal de buses. Es guía de turismo y me ayudó a encontrar el muy buen hotel Máxima Hostel donde Máxima, una ecuatoriana simpática como el diablo cuando nos intenta tentar, me recibió con una bienvenida que me hizo sentir cómodo en esta parte del viaje que emprendí completamente solo (ya sin argentinos o una molesta inglesa pegada como garrapata a mi ingle).
Al día siguiente fui a cumplir el objetivo de mi viaje por Puerto López: ver ballenas.
Nos subimos al bote y salimos a la caza de ballenas. Nuestros arpones eran las cámaras de foto y nuestro alimento seria maravillarnos con animales que llegan hasta los 20 metros de largo.
Una hora y media estuvimos en la búsqueda en aquel, mal llamado, océano pacifico: de pacifico tiene poco y nada. Encaramos transversalmente altas olas que me entretuvieron haciéndome sentir Tom Hanks en "El Naufrago". Ese rabioso mar me convidó mucho de su adrenalina a tal punto que ya no me importaba ver ballenas! 6 de los 15 marineros que éramos vomitaban fuera de borda. Uno de ellos parecía que no iba a sobrevivir con ese, menos bello, mar de bilis que salía una y otra vez por su boca.
Por un instante pensé que las ballenas habían migrado porque el nerviosismo por encontrarlas había tomado control de mi. La gente empezó a bostezar aburrida. Yo en cambio quería enfrentar mas de esas enormes paredes de agua que eran las olas. Nunca faltaba la persona que decía "allá hay" y sonreía maravillada al compás de mi mirada achinada tratando de localizar lo que no podía ver.
Cuando vi algunas me estremecí. Eran enormes animales nadando a unos 20 metros del bote en ese universo acuático. Parecían jugar conmigo: salían a la superficie y para el momento que prendía la cámara volvían a esconderse. Estas fotos son las que pude tomar.
Las ballenas salian por momentos y casi burlandose ante las camaras desaparecian.
Estos animales que vimos pueden ser de hasta 20 metros, es decir, mas grandes que el bote que nos llevaba.
Por momentos las veiamos en grupo de 2 o 3 ballenas.
Eran 4 los botes que perseguian a las ballenas con el afan de fotografiarlas y enamorarse de este peculiar mamífero.
Luego fuimos a hacer mi deporte favorito: el snorkel. El día estaba nublado y cierto frío nos abrazaba. Así que de los 16 marineros y, quitando de ese grupo a los 6 que habían vomitado, quedábamos solo 10 para saltar al mar a ver los corales y peces de colores. De los 10 en estado para hacerlo solo dos nos lanzamos a la aventura. El agua era mas bien turbia aunque con las antiparras se podían ver varias decenas de peces. Incluso estaba el pez hincha de boca, azul y amarillo. Estaba tan compenetrado viendo esa fantasía acuática cuando de tanta concentración mi bruta cabeza chocó inesperadamente contra el casco del bote. Demuestra esto cuan sublime puede ser el fondo del mar, no?Hablando de los que se quedaron arriba del bote, me pregunto una y otra vez: la gente tendrá tanta plata que paga para hacer algo que termina no haciendo? "Yo ya lo hice en Galapagos" o "En Florida es mejor" me decian. Con esa pobre excusa que nunca mas tengan sexo porque ya lo hicieron una vez, no? Ademas, hermano, bajense del caballo, yo también lo hice en otros lados y no por eso ando menospreciando otras experiencias de, en principio, peor calidad. En fin, cada loco con su tema y egocentrismo.
Cuando volvíamos a la costa del atrayente pueblo de pescadores vimos algunos otros animales: unos babosos lobos marinos que ni se mosqueaban por nuestra presencia y una aves descansando en la piedra llamados piquero patas azules.
Lobos marinos descansando.
Piqueros patas azules haciendo lo mismo en las rocas.
Avecinandonos a la playa me acerqué al conductor del bote y le hice la misma pregunta que le hice al guia de mi tour por las pampas bolivianas en Rurrenabaque: tanto el delfín rosado de Bolivia como las ballenas son mamíferos que salen a la superficie a respirar. La pregunta es: como y cuando duermen?La respuesta del ecuatoriano fue idéntica a la del boliviano: una sonrisa y un "ni idea". Me prometí no googlearlo y esperar que en este viaje alguien me pueda dar una respuesta a esta curiosa pregunta.
Me han contado de unas bellas playas por aca cerca.
Mañana iré a verlas. Se llaman, Los Frailes.
Creo que lo mejor del relato fue cuando te golpeaste la cabeza contra el bote, jaja.
ResponderEliminarSos un tonto lindo