Chiang Mai (Tailandia) - Slow Boat a Laos

Me fugué de Pai el 2 de enero para ser un ser vivo en Chiang Mai. Bajé por la ruta de 762 curvas que unen ambas ciudades. De nuevo, llegué mareado como un gaucho en una montaña rusa. Uno no se acostumbra a esa ruta ideada, probablemente, por un amigo de Muzzolini. Llegado a Chiang Mai, ni intenté utilizar mis fuerzas para obtener ayuda en la estación de buses; ya sabia la respuesta: nadie sabría nada, nadie entendería mis preguntas, todos me aconsejarían pagar y pagar para llegar a un destino que ni yo conocía. Sin desesperación caminé y me tome una moto-taxi con un camarada que me cayó simpático. No tenia ni idea de lo que era el idioma ingles, pero le puso gran entusiasmo y energía para ayudarme: con eso basta para mi. Fuimos hacia el famoso Same Same guesthouse y si bien me había pedido 80 Baht, con una sonrisa me acepto 70. Ahí encontré el lugar recomendado llamado Giant Guesthouse. Por 120 Baht podría dormir espectacularmente en un dormitorio con wifi. Con decisión salí a recorrer un poco de Chiang Mai aunque la decisión me duró poco. Esa misma noche tenía que decidir si quedarme unos días ahí o esfumarme de Tailandia y seguir mi sueño en Laos. Después de caminar como niña indecisa de un lado al otro, decidí pagar el Slow Boat hacia Luang Prabang para el día siguiente. Pague 1800 Baht + 72 de agregado por pagar con tarjeta. Después me enteraría que unos españoles pagaron 1600 y unas argentas 1700. No resulté ser un gran hombre de negocios. Al dia siguiente antes de que me pasaran a buscar sali a recorrer unos templos. Eso fue lo unico que vi de Chiang Mai.

 Templo en Chiang Mai

El Slow Boat es un bote en el cual entran mas de 100 personas; tarda dos días en ir de Chiang Mai a Luang Prabang en Laos. En realidad el primer día se va desde Chiang Mai hacia la frontera con Laos y se duerme en ese pueblo. Al día siguiente se cruza la frontera hacia Laos y se toma el Slow Boat hacia otro pueblo donde se vuelve a dormir y al tercer día finamente se llega a Luang Prabang. Como pocas veces noté, los tailandeses no mintieron con el nombre "Slow". Este bote va lento como mula empachada a través del río Mekong, pero esta bien, quien me apura?
Antes de salir de Tailandia, ellos, fiel a su estilo, tenían que intentar sacarme algún dinero mas: me ofrecían un hostel por 400 Baht asegurandome que no iba a conseguir alojamiento y que ellos eran mis nuevos Mesías, salvadores y, quizás en un futuro, debería construirles un templo. Mi paciencia y tranquilidad para solucionar eventuales problemas creció exponencialmente en este mes que llevo de viaje. Decidí posponer la decisión y no reservar hostel de antemano. En la frontera del lado de Laos, me volvieron a ofrecer alojamiento, pero esta vez por 300... Si bien me vi tentado, no cedí guiado por estos nuevos principios que estaba adoptando. Terminé pagando 100 cuando llegué al pueblito por una habitación sublime, con agua caliente. La paciencia del cazador da sus frutos (o sus presas)...
Pasar la frontera a Laos se hace con la misma facilidad y simpleza con la que Homero J Simpson traficaba alcohol a pesar del arduo, trabajoso y honesto control de Elio Pez.
Conocí en el bote a unas argentinas y unos españoles con los cuales pasamos las horas entre charlas y risas. Aprendí en este viaje que los españoles son una excelente compañía; de más esta decir que la compañía argentina la disfruto como un asado un domingo.
Navegar por el mítico río Mekong que comienza en China y cruza por Laos, Vietnam, Camboya y Tailandia fue un placer de experiencia. Al costado del turbio río veíanse casas aisladas y pueblos que ni cumplían con la definición de "pueblo". Me preguntaba de que vivirían aquellos? Pesca acaso? No se veían vacas, ni gallineros y, menos aun, cables de electricidad.
En la segunda noche de esa travesía, en un oscuro y pacifico pueblo de Laos al borde del río, una parada obligatoria del Slow Boat, éramos 7, entre argentinos y españoles, riendo y bailando en ese lugar olvidado, incluso, por Buda.

 

Foto de Rock 

 

 Comiendo con los nuevos camaradas

Al día siguiente, el ultimo tramo en bote a Luang Prabang fue un poco cansador. La vista, no obstante, hacia olvidar a la fatiga de tan largo viaje, tan inmensa selva a un lado y al otro del río, deshabitada, salvaje, pura y original, parecía ser un pulmón sano para este mundo con, cada vez, menos aire puro.

 La vista desde el Guesthouse del pueblito abandonado

 

 Rio Mekong

Pequenin confundido