Llegué a Yangon proveniente de Bangkok el 10 de febrero. Tras dormir unas horas en el aeropuerto de Bangkok el vuelo salió puntual a las 7.20 de la mañana. Mi compañero de loco deseo era un simpático italiano que conocí sacando la visa de Myanmar. Al principio me pareció un tipo formidable con el cual podríamos formar una buena dupla, un duo dinámico. Aprendería mas tarde que soy incompatible a ciertas personalidades apasionadas y verborragicas como la de el; será que éramos parecidos? Puede ser, pero con pensamientos totalmente opuestos; personalidades fuertes se pueden llegar a llevar bien si ambas partes ceden ante ciertas situaciones, pero el tano era cerrado como ciertas rutas de Myanmar, así que se haría imposible mas tarde...
Fue contradictoria mi noche en el aeropuerto de Bangkok esperando al vuelo a Yangon. Por un lado dormí en unos asientos como mendigo tapadondome la cara con una remera y fui al aeropuerto en colectivo y tren para ahorrar y por otro lado apenas hice el check-in a las 4.20 de la mañana fui directo a... la sala VIP. Ahi comí todo lo que había como perro hambriento, probé todos las bebidas que había y hasta comí helado. Mi careta de mochilero se esfumó con ese lindo regalo de tarjeta VIP que me regaló mi querido apá.
Llegué al aeropuerto de Yangon tras una hora de avión. Entré a un tranquilo y limpio aeropuerto con pocas personas, quizás unas 200, que esperaban como yo pasar por migraciones. Empecé a sentirme un poco nervioso. Que pasará, que problema podré tener, me requisarán? El paso por migraciones fue... todo lo contrario: fácil, rápido y cordial. Ni siquiera se fijaron si mi pasaporte tenia 6 meses de vigencia, así que quizás hice la extensión en vano... Mi italiano camarada había reservado un hotel llamado Motherland Inn II que lo pasaría a buscar gratuitamente por el aeropuerto así que, naturalmente, me uni a esa oportunidad. Nos recibió un burmes con amable sonrisa, modales gentilisimos y... con pollera. Es una vestimenta típica de acá que me chocó pero no para mal, eh.
Me di cuenta en ese momento que me había metido en un lugar verdaderamente distinto y, sinceramente, me emocioné. No solo por la vestimenta, en el aeropuerto nadie me atacó con ofertas de hoteles, taxis, etc, todos esperaban pacíficos al turista que los necesitase, nadie parecía estar interesado en mi billetera. En Yangon la gente me veía como... una persona y no como una oportunidad de negocio o estafa. El bus que nos pasó a buscar al aeropuerto era viejo pero no destartalado, incluso era cómodo. Los alrededores al aeropuerto y el trayecto de 30 minutos al hotel me mostraron una ciudad linda, ordenada, de trafico sano y... sin motos (mas adelante me enteraría el motivo). Los demás autos eran viejos para no tanto, incluso había algunos nuevos. Claramente quedan fuertes recuerdos del colonialismo británico, comenzando por el tren (el cual hoy día lo maneja del Estado) y siguiendo por los edificios bien al estilo ingles.
El hotel Motherland Inn II fue un lujo inesperado. Nos cobraron 21 dólares para dos personas pero nos dieron desayuno libre para el día que llegamos y para el día siguiente, sin olvidarme de que me pasaron a buscar por el aeropuerto. Esos 10 dólares per capita se convierten en mucho menos, no me puedo quejar. Nos recibieron con un entusiasmo y una sonrisa enorme que debilitó mis rodillas, me engordo de alegria y de un golpe entendí porque Myanmar es amado por cada uno que se aventura a este país en dictadura.
Tras comer como vagabundos hambrientos (yo por segunda vez con algunas horas de diferencia), tomamos un necesario baño (Bangkok es tan caluroso y húmedo que uno camina y deja un chorro de sudor detrás suyo), una corta siesta y pronto estábamos caminando por aquella ciudad que nos sorprendería paso a paso.
Caminar por las calles es un placer inesperado, la gente no es la típica asiática a la que venia acostumbrado, estos eran mas parecidos a los indios, de tez morena, barba o bigotes tupidos (y no los tres pelos colgando de un lugar inaudito de los tailandeses). Muchas personas nos miraban con curiosidad y con gestos, que incluían sonreír, asentar con la cabeza o simplemente levantar la mano, nos daban la bienvenida. Los puestos callejeros incluían tuercas, tornillos, arandelas y este tipo de cosas. Deduje, sin confirmar, que ellos mismos arreglan sus viejos autos.
Siguiendo nuestro fascinado caminar vimos una decena de tea houses por cuadra en improvisados restaurantes en la calle, creyendo inicialmente que eso era herencia inglesa pero dandonos cuenta luego que es herencia India y China. Si bien quise probar aquel te, tuve temor por el agua utilizada. Era mi primer día no quería arriesgarme.
Entre otros puestos callejeros vimos uno raro: armaban en una hoja verde llamada Betal Leaf, algo mascable: Es una hoja que la untan con calcio, le ponen encina hoja de nueces (nut leaves) y tabaco. Luego la enrolan como un panqueque y el consumidor se la pone en la boca y la masca como un chicle por un rato largo. Luego con gran experticia escupen un liquido rojizo al piso. Me explicaron que es como fumar cigarrillo aunque tiene un efecto mas narcótico. Me pareció la misma idea que mascar hoja de coca en el norte argentino y Bolivia. Si bien es adictiva, destruye los dientes y los descolora a un color rojizo a la gente parecía no inportarle. Mascaban esa extraña hoja y luego escupían libremente en la calle dejando la vereda con varios pequeños charquitos para esquivar.
Notese los dientes de ese simpático burmes. Esas sonrisas eran típicas e incluso con rojos mas fuertes y dientes mas rotos. Yangon era una ciudad de sonrisas simples, de sonrisas constantes... y de dientes manchados.
Seguimos nuestros pasos, estábamos encantados, como embobados con la gente y como vivían. Saludando a todos recibíamos el afecto como un juego de ping pong, desde donde va la pelota nos la devuelvan. Incluso un taxista nos pidió perdón por doblar inesperadamente y no dejarnos pasar. Vimos varios monjes caminando con su paraguas, defendiendose del sol y otros "monjitos" o novicios (niños rapados cuya vestimenta es igual a la de los monjes). Al ser niños, rapados, con vestimenta asexual uno no sabe distinguir si eran niños o niñas.
La ciudad era llamativa, se respiraba sencillez y tradición. Una mujer se nos acercó y nos ofreció... Pajaritos. Son pajaritos pequeñitos en una jaula, uno los compra por menos de un dólar y después los libera. Eso es de buena suerte y creo que también se pide un deseo. Curioso no?
Paré a saludar a distintos monjes que siempre se mostraban interesados en mi, uno, incluso me quiso convidar un jugo de lima el cual rechacé con sonrisa latina. Muchos edificios estaban despintados y viejos aunque no venidos abajo. Ropa colgaban de las ventanas dándole un color llamativo a los edificios: no esperaba que hubiera secarropas no? Además secar la ropa al sol cuida al medio ambiente ya que no se usa electricidad para generar un efecto que la madre naturaleza nos la da gratuitamente.
Llegar a la "Meca" de Yangon fue un golpe de efecto positivo en nuestros cansados cuerpos. Eran pasadas las 5 de la tarde, por lo tanto, veríamos un atardecer maravilloso en un lugar sagrado, bello y... Millonario. Se llama Shwedagon pagoda. La pagoda fue construida 2500 años atrás y, según cuenta la historia, dos hermanos mercaderes de Myanmar, llamados Tapussa y Bhallika, recibieron 8 pelos de la cabeza de Buda para iluminar su ciudad de origen llamada Okkalapa, actualmente Yangon. Los hermanos le presentaron los pelos de Buda al rey de Okkalapa y éste construyó la pagoda. Si bien la altura original de la pagoda era de 22 metros desde el siglo XIV la fueron agrandando hasta la actualidad que es de casi 110 metros de altura.
Lo curioso de esta pagoda que la hace maravillosa es que... esta hecha de oro, tiene mas de 53 toneladas de hoja de oro y la espiral de arriba esta incrustases con mas de 5000 diamantes y 2000 de otras piedras preciosas.
Da para pensar: tanto oro en un templo y dos minutos antes vinieron unos niños a pedirme monedas en la calle; conocida, también, es la gente muriendo de desnutrición en el mundo. Las religiones luchan contra ese flagelo pero aun así siguen existiendo templos de características no humildes.
Pasa en el cristianismo con el Vaticano, en el budismo con este y otros templos, en el islam con la Meca, en el hinduismo con el templo de oro en amistar y, apuesto, a que en cada una de todas las religiones existentes... en fin, creo que estos lugares extravagantes dejan de ser un error (y un horror) ya que para juzgarlo de manera justa y sana habría que posicionarse en la mentalidad de las personas de su época y no criticarla con nuestra mentalidad actual. Se me ocurre la frase "es como es, nada mas".
Podría venderse todo el oro y darlo a los pobres? Si, podría. Pero surge la siguiente pregunta: es esa una solución a la pobreza? La respuesta inmediata es no ya que no es una solución a largo plazo. Que pasara cuando la plata se agote? Otros sufrirán el mismo calvario...
En lo que a mi concierne hay dos tipos de pobreza: la pobreza material que es desgarradora e inadmisible y la pobreza espiritual que genera dolor, muerte, envidia, odio, guerra, etc. Estos lugares, como esta pagoda u otros templos/iglesias/mezquitas, son heredados de muchísimos años y, digamoslo: ya están hechos! Hoy por hoy son los entes que "atacan" a la pobreza espiritual, importante problema a enfrentar. Ver centenares, miles de budistas rezando en esta pagoda asevera lo que escribo. Ahora bien, solo resta ser nosotros, desde donde nos toca (y mas si se puede), quienes "ataquemos" al otro gran problema del mundo que es la pobreza material. La manera de destruirla es llevando educación y amor a quien lo necesita, siendo honestos en nuestra vida diaria, no desperdiciar en lujos vulgares, cuidar el medio ambiente que es uno solo y, por ultimo, con nuestra mentalidad actual, saber que para Dios el templo mas bello es el templo con mas personas y no el templo con mas oro.
Para despedirme digo que el mejor regalo lo recibimos en Yangon: una sonrisa de bienvenida a cada paso.
Fue contradictoria mi noche en el aeropuerto de Bangkok esperando al vuelo a Yangon. Por un lado dormí en unos asientos como mendigo tapadondome la cara con una remera y fui al aeropuerto en colectivo y tren para ahorrar y por otro lado apenas hice el check-in a las 4.20 de la mañana fui directo a... la sala VIP. Ahi comí todo lo que había como perro hambriento, probé todos las bebidas que había y hasta comí helado. Mi careta de mochilero se esfumó con ese lindo regalo de tarjeta VIP que me regaló mi querido apá.
Llegué al aeropuerto de Yangon tras una hora de avión. Entré a un tranquilo y limpio aeropuerto con pocas personas, quizás unas 200, que esperaban como yo pasar por migraciones. Empecé a sentirme un poco nervioso. Que pasará, que problema podré tener, me requisarán? El paso por migraciones fue... todo lo contrario: fácil, rápido y cordial. Ni siquiera se fijaron si mi pasaporte tenia 6 meses de vigencia, así que quizás hice la extensión en vano... Mi italiano camarada había reservado un hotel llamado Motherland Inn II que lo pasaría a buscar gratuitamente por el aeropuerto así que, naturalmente, me uni a esa oportunidad. Nos recibió un burmes con amable sonrisa, modales gentilisimos y... con pollera. Es una vestimenta típica de acá que me chocó pero no para mal, eh.
Tipo con pollera tapandose del sol
Me di cuenta en ese momento que me había metido en un lugar verdaderamente distinto y, sinceramente, me emocioné. No solo por la vestimenta, en el aeropuerto nadie me atacó con ofertas de hoteles, taxis, etc, todos esperaban pacíficos al turista que los necesitase, nadie parecía estar interesado en mi billetera. En Yangon la gente me veía como... una persona y no como una oportunidad de negocio o estafa. El bus que nos pasó a buscar al aeropuerto era viejo pero no destartalado, incluso era cómodo. Los alrededores al aeropuerto y el trayecto de 30 minutos al hotel me mostraron una ciudad linda, ordenada, de trafico sano y... sin motos (mas adelante me enteraría el motivo). Los demás autos eran viejos para no tanto, incluso había algunos nuevos. Claramente quedan fuertes recuerdos del colonialismo británico, comenzando por el tren (el cual hoy día lo maneja del Estado) y siguiendo por los edificios bien al estilo ingles.
El hotel Motherland Inn II fue un lujo inesperado. Nos cobraron 21 dólares para dos personas pero nos dieron desayuno libre para el día que llegamos y para el día siguiente, sin olvidarme de que me pasaron a buscar por el aeropuerto. Esos 10 dólares per capita se convierten en mucho menos, no me puedo quejar. Nos recibieron con un entusiasmo y una sonrisa enorme que debilitó mis rodillas, me engordo de alegria y de un golpe entendí porque Myanmar es amado por cada uno que se aventura a este país en dictadura.
Tras comer como vagabundos hambrientos (yo por segunda vez con algunas horas de diferencia), tomamos un necesario baño (Bangkok es tan caluroso y húmedo que uno camina y deja un chorro de sudor detrás suyo), una corta siesta y pronto estábamos caminando por aquella ciudad que nos sorprendería paso a paso.
Caminar por las calles es un placer inesperado, la gente no es la típica asiática a la que venia acostumbrado, estos eran mas parecidos a los indios, de tez morena, barba o bigotes tupidos (y no los tres pelos colgando de un lugar inaudito de los tailandeses). Muchas personas nos miraban con curiosidad y con gestos, que incluían sonreír, asentar con la cabeza o simplemente levantar la mano, nos daban la bienvenida. Los puestos callejeros incluían tuercas, tornillos, arandelas y este tipo de cosas. Deduje, sin confirmar, que ellos mismos arreglan sus viejos autos.
Mercado de arandelas, tornillos, etc
Siguiendo nuestro fascinado caminar vimos una decena de tea houses por cuadra en improvisados restaurantes en la calle, creyendo inicialmente que eso era herencia inglesa pero dandonos cuenta luego que es herencia India y China. Si bien quise probar aquel te, tuve temor por el agua utilizada. Era mi primer día no quería arriesgarme.
Entre otros puestos callejeros vimos uno raro: armaban en una hoja verde llamada Betal Leaf, algo mascable: Es una hoja que la untan con calcio, le ponen encina hoja de nueces (nut leaves) y tabaco. Luego la enrolan como un panqueque y el consumidor se la pone en la boca y la masca como un chicle por un rato largo. Luego con gran experticia escupen un liquido rojizo al piso. Me explicaron que es como fumar cigarrillo aunque tiene un efecto mas narcótico. Me pareció la misma idea que mascar hoja de coca en el norte argentino y Bolivia. Si bien es adictiva, destruye los dientes y los descolora a un color rojizo a la gente parecía no inportarle. Mascaban esa extraña hoja y luego escupían libremente en la calle dejando la vereda con varios pequeños charquitos para esquivar.
Armando Betal Leaf (izq); Consumidor de Betal Leaf con dientes sucios
Notese los dientes de ese simpático burmes. Esas sonrisas eran típicas e incluso con rojos mas fuertes y dientes mas rotos. Yangon era una ciudad de sonrisas simples, de sonrisas constantes... y de dientes manchados.
Seguimos nuestros pasos, estábamos encantados, como embobados con la gente y como vivían. Saludando a todos recibíamos el afecto como un juego de ping pong, desde donde va la pelota nos la devuelvan. Incluso un taxista nos pidió perdón por doblar inesperadamente y no dejarnos pasar. Vimos varios monjes caminando con su paraguas, defendiendose del sol y otros "monjitos" o novicios (niños rapados cuya vestimenta es igual a la de los monjes). Al ser niños, rapados, con vestimenta asexual uno no sabe distinguir si eran niños o niñas.
Monjes chiquitos
La ciudad era llamativa, se respiraba sencillez y tradición. Una mujer se nos acercó y nos ofreció... Pajaritos. Son pajaritos pequeñitos en una jaula, uno los compra por menos de un dólar y después los libera. Eso es de buena suerte y creo que también se pide un deseo. Curioso no?
Paré a saludar a distintos monjes que siempre se mostraban interesados en mi, uno, incluso me quiso convidar un jugo de lima el cual rechacé con sonrisa latina. Muchos edificios estaban despintados y viejos aunque no venidos abajo. Ropa colgaban de las ventanas dándole un color llamativo a los edificios: no esperaba que hubiera secarropas no? Además secar la ropa al sol cuida al medio ambiente ya que no se usa electricidad para generar un efecto que la madre naturaleza nos la da gratuitamente.
Edificio con ropa colgando
Llegar a la "Meca" de Yangon fue un golpe de efecto positivo en nuestros cansados cuerpos. Eran pasadas las 5 de la tarde, por lo tanto, veríamos un atardecer maravilloso en un lugar sagrado, bello y... Millonario. Se llama Shwedagon pagoda. La pagoda fue construida 2500 años atrás y, según cuenta la historia, dos hermanos mercaderes de Myanmar, llamados Tapussa y Bhallika, recibieron 8 pelos de la cabeza de Buda para iluminar su ciudad de origen llamada Okkalapa, actualmente Yangon. Los hermanos le presentaron los pelos de Buda al rey de Okkalapa y éste construyó la pagoda. Si bien la altura original de la pagoda era de 22 metros desde el siglo XIV la fueron agrandando hasta la actualidad que es de casi 110 metros de altura.
Lo curioso de esta pagoda que la hace maravillosa es que... esta hecha de oro, tiene mas de 53 toneladas de hoja de oro y la espiral de arriba esta incrustases con mas de 5000 diamantes y 2000 de otras piedras preciosas.
Shwedagon pagoda
Da para pensar: tanto oro en un templo y dos minutos antes vinieron unos niños a pedirme monedas en la calle; conocida, también, es la gente muriendo de desnutrición en el mundo. Las religiones luchan contra ese flagelo pero aun así siguen existiendo templos de características no humildes.
Pasa en el cristianismo con el Vaticano, en el budismo con este y otros templos, en el islam con la Meca, en el hinduismo con el templo de oro en amistar y, apuesto, a que en cada una de todas las religiones existentes... en fin, creo que estos lugares extravagantes dejan de ser un error (y un horror) ya que para juzgarlo de manera justa y sana habría que posicionarse en la mentalidad de las personas de su época y no criticarla con nuestra mentalidad actual. Se me ocurre la frase "es como es, nada mas".
Podría venderse todo el oro y darlo a los pobres? Si, podría. Pero surge la siguiente pregunta: es esa una solución a la pobreza? La respuesta inmediata es no ya que no es una solución a largo plazo. Que pasara cuando la plata se agote? Otros sufrirán el mismo calvario...
En lo que a mi concierne hay dos tipos de pobreza: la pobreza material que es desgarradora e inadmisible y la pobreza espiritual que genera dolor, muerte, envidia, odio, guerra, etc. Estos lugares, como esta pagoda u otros templos/iglesias/mezquitas, son heredados de muchísimos años y, digamoslo: ya están hechos! Hoy por hoy son los entes que "atacan" a la pobreza espiritual, importante problema a enfrentar. Ver centenares, miles de budistas rezando en esta pagoda asevera lo que escribo. Ahora bien, solo resta ser nosotros, desde donde nos toca (y mas si se puede), quienes "ataquemos" al otro gran problema del mundo que es la pobreza material. La manera de destruirla es llevando educación y amor a quien lo necesita, siendo honestos en nuestra vida diaria, no desperdiciar en lujos vulgares, cuidar el medio ambiente que es uno solo y, por ultimo, con nuestra mentalidad actual, saber que para Dios el templo mas bello es el templo con mas personas y no el templo con mas oro.
Para despedirme digo que el mejor regalo lo recibimos en Yangon: una sonrisa de bienvenida a cada paso.
Lo que se viene en unlocodeseo: Kalaw